“Dejen de silbarle, se va a quedar, ¿vale?”.

El papel de líder se cumple a toda hora y, principalmente en los momentos más difíciles, en los que hay que dar la cara. Ahí, cuando algunos se dejan intimidar por las adversidades o cuando las situaciones parecen superar a la mayoría es cuando entra en escena el jugador que tiene el temple, el carisma y los pantalones bien puesto.

Todo se acomoda al perfil de Diego Godín. Líder por naturaleza y por espíritu. Así lo demostró, una vez más, en el Wanda Metropolitano cuando se dirigió a un sector de los aficionados colchoneros para que se terminara de una vez el hostigamiento contra Antoine Griezmann. Mientras coreaban su nombre, Godín se arrimó y aunque se tapó la boca se escuchó que les dijo: “Dejen de silbarle, se va a quedar, ¿vale?”. Y con sus manos y tras decir el apellido del futbolista francés pidió por un cambio de actitud.

Y eso se produjo, porque la tribuna empezó a vivar al delantero francés.