Tom Brady, el mejor de la historia, guió a los Buccaneers y obtuvo su séptimo Super Bowl.

La leyenda de Tom Brady se agigantó aún más cuando guió a Tampa Bay Buccaneers al título del Super Bowl LV. A los 43 años, ya con el rótulo indiscutible de mejor jugador de la historia de la NFL, en su primer año con el nuevo equipo logró lo que nadie imaginaba al principio de la temporada. En la gran final derrotó por 31-9 al campeón defensor Kansas City Chiefs y puso en compás de espera el pase del testimonio a Patrick Mahomes, el fantástico quarterback rival llamado a ser su sucesor.

Primó la defensa de los Bucs, que alcanzaron el trofeo Vince Lombardi por segunda vez en la historia, luego del éxito de 2003, recordado por tener al pateador argentino Martín Gramatica como protagonista. Brady se lució con 201 yardas, tres pases de touchdown, ninguna intercepción y una clínica conducción. Bien merecido tuvo el premio al MVP; por quinta vez recibió el trofeo al jugador más valioso del Super Bowl.

Para Brady se trató de su séptimo título (los que lo siguen tienen cuatro), el primero tras dejar a fines de la temporada pasada los New England Patriots, equipo al que lideró hasta convertirlo en una dinastía. Este año, sin Brady, ni siquiera alcanzó los playoffs. Bruce Arians, al frente de Tampa Bay, sumó otro logro: se convirtió en el entrenador más veterano en gana el Super Bowl, con 68 años y 127 días.