Boca campeon de verano

La imagen se repite, la foto es la misma. Los brazos en alto, una Copa en lo más alto y otra noche de fiesta. Boca le ganó a Racing y se consagró campeón del Pentagonal. Otra vez campeón…

Y eso que de entrada pareció más metido Racing. Con la bandera de Falcón le quitaron espacios a los volantes de Boca, que tardaron en acomodarse. Todo ese ímpetu del equipo de Llop iba perdiendo fuerza conforme se acercaban al área. La falta de peso arriba es una enfermedad crónica de este Racing. El uruguayo Vigneri, uno de los nuevos, se contagió: se devoró un gol increíble.

Boca, aun sin sus mejores hombres, siempre es Boca. Con un mediocampo que se perfila para ser el titular en el debut del torneo (Battaglia y Román se irían a la Selección y Alvaro está lesionado), pero que no le sobra demasiado. Sin embargo, la presencia de Vargas marcó el camino, Gaitán se enchufó y provocó el gol de Roncaglia. Antes de esa ventaja, Noir se había movido por las dos puntas y el flamante peladito Philippe había mostrado los dientes. El único que no pudo ofrecer la misma seguridad que otras noches fue el pibe Ayala: el arquero dudó en algunas con los pies y tuvo suerte de que en una de ellas Lugüercio no pudiera meterla.

Los nervios vencieron a Racing en el instante del gol. Las quejas nacieron en la falta de Shaffer a Noir que derivó en el tiro libre previo al rodillazo de Roncaglia. La expulsión de Peppino, exagerada decisión de Pompei, fue consecuencia de ese nerviosismo. Y más aun se dio cuando Forlin, ya en el segundo tiempo, puso el codo en el área, en un claro penal que el árbitro no vio.

Fue Racing, en ese complemento, el que tomó la iniciativa. La voluntad de Lugüercio ayudó, pero no alcanzó: el delantero cabeceó bombeado un buen centro de Lucero. Sin embargo, cuando Boca parecía dormido, Nico Gaitán abrió bien los ojos y el botín zurdo y lo habilitó perfecto a Noir, quien definió a lo Turco Asad contra el Milan en el 94. Ahí, con ese golazo, se terminó el partido. Ante la menor insinuación de Racing volvió a aparecer el aplomo de Boca. Y ahí radica la mayor virtud del campeón 08 y este campeón de verano 09: más allá de los nombres, los signos vitales son los mismos. Ahí, entonces, habrá que empezar a buscar el secreto del éxito.